3.- Sofismas verbales
Estos sofismas, en que el vehículo del error son los vocablos, fueron estudiados por Aristóteles, quien ha distinguido varias especies, siendo las principales las siguientes:
La homonimia. Este sofisma consiste en el uso de términos ambiguos, es decir, palabras que tienen varios significados sin hacer las distinciones necesarias. Así, por ejemplo, caemos en este sofisma cuando razonamos del modo siguiente:
“Es un deber hacer el bien a nuestros prójimos, por siguiente hay que deber a nuestros prójimos”. En realidad, cuando se emplea un término que tienen dos significados distintos es que se han usado dos conceptos diferentes sin distinguirlos. Se ha faltado al principio de identidad. El ejemplo que acabamos de dar es sencillo y fácilmente se advierte dónde está el error. Pero con frecuencia se argumenta defectuosamente sin percatarse de que se comete un verdadero sofisma de ambigüedad verbal.
Cuéntase que cuando en Inglaterra se promulgó la ley que castiga a los mendigos que piden limosna, muchos dijeron que esa ley comprendía a las Hermanas de la caridad, que suelen pedir limosna, y a toda persona o institución que pide dinero para obras benéficas. El error aquí se comete al convertir simplemente la proposición “el mendigo pide limosna”, diciendo que “todo el que pide limosna es un mendigo”. El mendigo se caracteriza por vivir de la limosna y ser una carga para la comunidad en que actua, sin devolverle nada útil, lo que no acontece con las instituciones benéficas.
2. La anfibología. Este sofisma depende de una deficiencia sintáctica que da lugar a una doble interpretación, como ocurre cuando decimos “Juan presentó al hermano al médico”. Es conocida la respuesta ambigua del oráculo cuando el guerrero le consulta: “Irás a la guerra, vencerás no morirás”
3. El acento. Se comete este sofisma cuando la ambigüedad resulta de la pronunciación, como por ejemplo “sí, es exacto; si es exacto”. En el primer caso es alegórico, en el segundo condicional. Otro ejemplo: “Sí, Juan cantará mañana”; “si Juan cantara mañana”
4. Figura de dicción. Consiste este sofisma, que puede llamarse también del sentido figurado, en cambiar el significado lógico de una palabra por su sentido real. Ejemplo: “Caballo es una palabra, el caballo come pasto, luego la palabra come pasto”.
Hay casos en que no es muy fácil reconocer que se ha concluido del sentido metafórico el sentido real, como cuando se dice de acuerdo con Fourier, que “ las pasiones nos atraen , luego hay una ley de atracción pasional tan necesaria como la atracción universal”.
5. Sofisma del respectivo. Consiste este sofisma en concluir de una proposición que sólo es verdadera en un aspecto, como si fuese verdadera y absoluta en todos sus aspectos. Los filósofos Megáricos, a quinese se deben muy ingeniosos sofismas formularon el siguiente: “Lo que soy yo, no es Diógenes; yo soy hombre, luego Diógenes no es hombre”. También es conocido este otro: “Lo que no se ha perdido se tiene; tú no has perdido los cuernos, luego los tienes “.
Algunos lógicos mencionan todavía algunos sofismas más, como el de composición y el de división.
El sofisma de composición se comete cuando se afirma de cosas reunidas, lo que sólo es cierto cuando son separadas. Ejemplo de este sofisma es el del calvo, debido también a la escuela megárica: “Si arrancamos un cabello de la cabeza de un hombre, no lo dejamos calvo; arrancándole dos, tres, etc., tampoco; luego podemos arrancarle uno a uno los cabellos y no lo dejaremos calvo”.
El sofisma de división consiste en afirmar de cosas separadas lo que sólo puede afirmarse de su conjunto. Así, por ejemplo, si del hecho que el Congreso votó un subsidio para el hospital X, concluimos que el diputado Juan Pérez votó dicha suma, caemos en la mencionada falacia.
En resumen, estas dos falacias dependen de la confusión de un término colectivo por un distributivo y viceversa, y puede expresarse en la siguiente fórmula:
Estos sofismas, en que el vehículo del error son los vocablos, fueron estudiados por Aristóteles, quien ha distinguido varias especies, siendo las principales las siguientes:
La homonimia. Este sofisma consiste en el uso de términos ambiguos, es decir, palabras que tienen varios significados sin hacer las distinciones necesarias. Así, por ejemplo, caemos en este sofisma cuando razonamos del modo siguiente:
“Es un deber hacer el bien a nuestros prójimos, por siguiente hay que deber a nuestros prójimos”. En realidad, cuando se emplea un término que tienen dos significados distintos es que se han usado dos conceptos diferentes sin distinguirlos. Se ha faltado al principio de identidad. El ejemplo que acabamos de dar es sencillo y fácilmente se advierte dónde está el error. Pero con frecuencia se argumenta defectuosamente sin percatarse de que se comete un verdadero sofisma de ambigüedad verbal.
Cuéntase que cuando en Inglaterra se promulgó la ley que castiga a los mendigos que piden limosna, muchos dijeron que esa ley comprendía a las Hermanas de la caridad, que suelen pedir limosna, y a toda persona o institución que pide dinero para obras benéficas. El error aquí se comete al convertir simplemente la proposición “el mendigo pide limosna”, diciendo que “todo el que pide limosna es un mendigo”. El mendigo se caracteriza por vivir de la limosna y ser una carga para la comunidad en que actua, sin devolverle nada útil, lo que no acontece con las instituciones benéficas.
2. La anfibología. Este sofisma depende de una deficiencia sintáctica que da lugar a una doble interpretación, como ocurre cuando decimos “Juan presentó al hermano al médico”. Es conocida la respuesta ambigua del oráculo cuando el guerrero le consulta: “Irás a la guerra, vencerás no morirás”
3. El acento. Se comete este sofisma cuando la ambigüedad resulta de la pronunciación, como por ejemplo “sí, es exacto; si es exacto”. En el primer caso es alegórico, en el segundo condicional. Otro ejemplo: “Sí, Juan cantará mañana”; “si Juan cantara mañana”
4. Figura de dicción. Consiste este sofisma, que puede llamarse también del sentido figurado, en cambiar el significado lógico de una palabra por su sentido real. Ejemplo: “Caballo es una palabra, el caballo come pasto, luego la palabra come pasto”.
Hay casos en que no es muy fácil reconocer que se ha concluido del sentido metafórico el sentido real, como cuando se dice de acuerdo con Fourier, que “ las pasiones nos atraen , luego hay una ley de atracción pasional tan necesaria como la atracción universal”.
5. Sofisma del respectivo. Consiste este sofisma en concluir de una proposición que sólo es verdadera en un aspecto, como si fuese verdadera y absoluta en todos sus aspectos. Los filósofos Megáricos, a quinese se deben muy ingeniosos sofismas formularon el siguiente: “Lo que soy yo, no es Diógenes; yo soy hombre, luego Diógenes no es hombre”. También es conocido este otro: “Lo que no se ha perdido se tiene; tú no has perdido los cuernos, luego los tienes “.
Algunos lógicos mencionan todavía algunos sofismas más, como el de composición y el de división.
El sofisma de composición se comete cuando se afirma de cosas reunidas, lo que sólo es cierto cuando son separadas. Ejemplo de este sofisma es el del calvo, debido también a la escuela megárica: “Si arrancamos un cabello de la cabeza de un hombre, no lo dejamos calvo; arrancándole dos, tres, etc., tampoco; luego podemos arrancarle uno a uno los cabellos y no lo dejaremos calvo”.
El sofisma de división consiste en afirmar de cosas separadas lo que sólo puede afirmarse de su conjunto. Así, por ejemplo, si del hecho que el Congreso votó un subsidio para el hospital X, concluimos que el diputado Juan Pérez votó dicha suma, caemos en la mencionada falacia.
En resumen, estas dos falacias dependen de la confusión de un término colectivo por un distributivo y viceversa, y puede expresarse en la siguiente fórmula:
Si se examinan bien estos sofismas, fácilmente se advierte que en casi todos los casos se trata, más que de razonamientos erróneos, de verdaderos juegos de palabras. Son ingeniosos calembours, que a nadie engañan, y donde se descubre fácilmente el error.
En el siguiente post, será que se incluirán los sofismas de pensamiento, siempre tomando la misma refernecia bibliográfica.
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