4. Sofismas de pensamiento o sofismas propiamente dichos.
Estos sofismas de acuerdo con la clasificación de Masci, a quien sigue también Morselli, pueden ser de tres clases:
Sofismas relativos a las premisas.
Sofismas relativos a la conclusión.
Sofismas relativos a la consecuencia lógica de la prueba.
Pertenecen al primer grupo los sofismas de falsa causa y de petición de principio.
A) SOFISMAS DE FALSA CAUSA
Estudiados ya por Aristóteles derivan del hábito de asociar la idea de causalidad a la simple idea de sucesión o concomitancia. Estos sofismas pueden revestir varias formas, siendo las principales las siguientes:
a) Post hoc, ergo propter hoc. Un hecho ha ocurrido después de otro, por consiguiente el primero es causa del segundo. Así por ejemplo, la medicina prohibía a personas acaloradas beber agua fría porque se había observado que el tifus seguía con frecuencia al uso del agua fría y se creía que la enfermedad se debía a un enfriamiento interno. En realidad, el agua fría no puede producir tifus sino cuando contiene los bacilos de la enfermedad.
b) Cum hoc, ergo propter hoc. Un hecho se ha producido simultáneamente con otro, luego el primero es causa del segundo. Muchas supersticiones populares se deben a este sofisma, como por ejemplo: durante el eclipse de sol se produjo el terremoto, luego el eclipse del sol es la causa del terremoto.
c) Sine hoc, ergo propter hoc. Un hecho se produjo justamente cuando faltaba otro hecho determinado, luego esta falta es la causa del hecho primero. Hay muchas personas, supersticiosas desde luego, que no emprenden nada sin una práctica determinada. Si omiten esta práctica y fracasan en la empresa, atribuyen el mal éxito al hecho de no haber observado dicha práctica.
B) SOFISMAS DE PETICIÓN DE PRINCIPIO
Se incurre en este sofisma cuando se toma como principio de prueba la misma tesis que se quiere probar. Es volver al punto de partida, petere principium. Aristóteles, que estudió detenidametne este sofisma, es quien ha incurrido en él, como lo probó Galileo. He aquí el razonamiento de Aristóteles: “La naturaleza de las cosas pasadas es tender al centro del mundo; la experiencia nos muestra que las cosas pasadas tienden al centro de la tierra; luego el centro de la tierra es el universo”. Hay aquí una petición de principio, porque lo que quiere demostrar Aristóteles es que la tierra está en el centro del universo.
Estos sofismas de acuerdo con la clasificación de Masci, a quien sigue también Morselli, pueden ser de tres clases:
Sofismas relativos a las premisas.
Sofismas relativos a la conclusión.
Sofismas relativos a la consecuencia lógica de la prueba.
Pertenecen al primer grupo los sofismas de falsa causa y de petición de principio.
A) SOFISMAS DE FALSA CAUSA
Estudiados ya por Aristóteles derivan del hábito de asociar la idea de causalidad a la simple idea de sucesión o concomitancia. Estos sofismas pueden revestir varias formas, siendo las principales las siguientes:
a) Post hoc, ergo propter hoc. Un hecho ha ocurrido después de otro, por consiguiente el primero es causa del segundo. Así por ejemplo, la medicina prohibía a personas acaloradas beber agua fría porque se había observado que el tifus seguía con frecuencia al uso del agua fría y se creía que la enfermedad se debía a un enfriamiento interno. En realidad, el agua fría no puede producir tifus sino cuando contiene los bacilos de la enfermedad.
b) Cum hoc, ergo propter hoc. Un hecho se ha producido simultáneamente con otro, luego el primero es causa del segundo. Muchas supersticiones populares se deben a este sofisma, como por ejemplo: durante el eclipse de sol se produjo el terremoto, luego el eclipse del sol es la causa del terremoto.
c) Sine hoc, ergo propter hoc. Un hecho se produjo justamente cuando faltaba otro hecho determinado, luego esta falta es la causa del hecho primero. Hay muchas personas, supersticiosas desde luego, que no emprenden nada sin una práctica determinada. Si omiten esta práctica y fracasan en la empresa, atribuyen el mal éxito al hecho de no haber observado dicha práctica.
B) SOFISMAS DE PETICIÓN DE PRINCIPIO
Se incurre en este sofisma cuando se toma como principio de prueba la misma tesis que se quiere probar. Es volver al punto de partida, petere principium. Aristóteles, que estudió detenidametne este sofisma, es quien ha incurrido en él, como lo probó Galileo. He aquí el razonamiento de Aristóteles: “La naturaleza de las cosas pasadas es tender al centro del mundo; la experiencia nos muestra que las cosas pasadas tienden al centro de la tierra; luego el centro de la tierra es el universo”. Hay aquí una petición de principio, porque lo que quiere demostrar Aristóteles es que la tierra está en el centro del universo.
El círculo vicioso es una derivación de la petición de principio. Consiste en probar una proposición mediante el apoyo de otra proposición que a su vez sólo puede ser probada por la primera. Es decir, que se prueba A con B y B con A. En este sofisma incurre Descartes cuando prueba la veracidad divina por la autoridad de la evidencia, y la autoridad de la evidencia por la veracidad divina. Un ejemplo notable igualmente encontramos en Platón cuando prueba la “espiritualidad” del alma fundándola en la inmortalidad, y a su vez prueba la “inmortalidad” basándola en su carácter espiritual.
Al segundo grupo, a los sofismas relativos a la conclusión, pertenecen los siguientes:
a) SOFISMA POR IGNORANCIA DEL ASUNTO, O SEA, “IGNORATIO ELENCHI”. Puede ser este sofisma de varias especies, siendo el principal el que consiste en probar una tesis que está fuera de cuestión. En este sofisma incurren algunos sociólogos cuando, para probar que la libertad política es un mal, citan excesos de la libertad extrema. Pero lo que está en cuestión es la libertad política y no los excesos de la libertad.
b) SOFISMA AD VERECUNDIAM. Consiste esta falacia en apoyarse en alguna autoridad ilustre para sostener una tesis por no tener a mano otros argumentos en que fundarse.
c) SOFISMA AD HOMINEM. Se incurre en esta falacia cuando se quiere llevar al adversario a aceptar una opinión nuestra demostrando que ésta deriva de una afirmación de él, o que se halla conforme con algún acto cometido por él.
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